Crimen del diácono de Temperley: Comenzó el juicio y los familiares de la víctima abonaron el móvil del robo
Este martes comenzó el juicio por el crimen del diácono Guillermo Luquin en su casa de Temperley en 2019. La familia de la víctima fue citada a declarar en la primera audiencia, donde declaró que habían desaparecido objetos de valor de la propiedad. Como resultado, se corrobora el robo como motivo del asesinato.
El hermano de la víctima, Eduardo Luquin, fue el primero en declarar ante los jueces del Tribunal Oral Criminal 3 (TOC 3) de Lomas de Zamora. En su declaración aseguró que de la vivienda desapareció “un juego de vajillas de porcelana muy costoso”.
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“Estaba vació el lugar donde se guardaban las vajillas. Era un regalo muy preciado para la familia y estoy seguro que plata también se llevaron porque no había nada”, afirmó Luquin. Según el testimonio del hombre, el diácono “siempre” disponía de dinero en la casa para los gastos de la Iglesia.
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Por el hecho están acusados Roberto Javier Céspedes (22) y su pareja Leonel Iván Martínez (23). Ambos están imputados por el delito de “homicidio en concurso real con robo agravado”. El hombre asesinado era diácono en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, ubicada en Lomas Oeste.
El testigo también mencionó que la sexualidad de su hermano se discutió en los medios de comunicación durante ese tiempo. Cabe mencionar que uno de los acusados confesó haber asesinado en un vídeo, alegando que lo hizo en defensa propia contra una supuesta agresión sexual.
“No sabía y descreo porque jamás demostró absolutamente nada. Recuerdo que de joven tuvo pareja y después se dedicó a la Teología”
Declaró Eduardo de los rumores sobre la sexualidad de su hermano.
También declararon Nicolás y Laura, el sobrino de la víctima y su ex pareja, quienes vivían en el mismo terreno donde ocurrió el homicidio. Ambos coincidieron en que el domingo por la mañana recibieron una llamada de un amigo de Guillermo informándoles de que no había llegado a la iglesia. Fue Nicolás quien acudió a la casa de su tío y lo descubrió muerto en la cama, envuelto en una sábana.
“Algo que me llamó la atención fue que estaban las dos puertas de entrada abiertas y dos vasos que estaban en la cocina”, contó Laura. Asimismo, agregó que su pareja le comentó que faltaba un juego de vajillas.
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También se escuchó el testimonio de un amigo de la víctima y de un médico que realizó el informe forense y aseguró que lo que observó en la escena es que “todo ocurrió muy rápido”.
Testigos de la defensa
Al cierre de la jornada, la abogada Celeste Vázquez, defensora de Roberto Javier Céspedes, presentó como testigos al primo del acusado y a un amigo. Según el primero de ellos, conoció a la víctima en la calle y realizó algunos trabajos en su casa, tras lo cual «le ofreció dinero para que tuviera relaciones sexuales con él».
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El otro joven relató que conoció al hombre en el Colegio del Carmen cuando tenía 13 años y era estudiante de esa institución. Allí, según el testigo, Luquin le habría tocado el hombro, algo que en ese momento no significó nada, pero que después interpretó que fue «con otra intención».
De acuerdo a los lineamientos de apertura, el objetivo de la defensa es demostrar que actuó en “legítima defensa” contra una supuesta agresión sexual.
El caso
El hecho ocurrió el 9 de junio de 2019, alrededor de las 23 hs, en la vivienda de Luquín, ubicada en Bombero Ariño al 800, en Temperley. Los dos imputados, Roberto Javier Céspedes, de 22 años, y su pareja Leonel Iván Martínez, de 23, conocían a la víctima, ya que vivían en el mismo barrio. Por esa razón, la víctima les permitió ingresar a su domicilio.
Según denuncian, la intención de los dos jóvenes sería ingresar a robar y en el intento agredieron a Luquín. Primero lo golpearon en la cabeza con un cortafierro y luego con un velador, finalmente efectuaron cortes con un arma blanca. Luego del hecho, los dos sujetos escaparon del lugar.
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Como consecuencia de la terrible agresión se produjo la muerte al diácono. Luego de un llamado al 911, el personal de la Comisaría N°8 de Villa Galicia ingresó en la vivienda se encontró con Eduardo Nicolás Luquin, sobrino de la víctima.
En el interior de la casa no se encontró ningún ambiente revuelto, por lo que en un primer momento descartaron que se haya tratado de un robo. Finalmente se constató que los acusado poseían el teléfono celular, la billetera y una vajilla de la víctima.
Céspedes y Martínez se entregaron dos días después del suceso en la comisaría de Villa Galicia. En un vídeo, uno de ellos declaró que fueron víctimas de un intento de abuso por parte de Luquín, lo que les llevó a defenderse; sin embargo, no había pruebas que apoyaran esta afirmación.