Era el último de la banda que seguía prófugo
Un operativo en Lomas de Zamora permitió dar con Ariel Sosa, de 42 años, el único miembro del clan familiar chaqueño que aún seguía prófugo. Fue interceptado en Villa Fiorito cuando circulaba a bordo de una camioneta con pedido de secuestro y documentos falsos a nombre de un ciudadano brasileño. Su detención marca un nuevo golpe a una estructura criminal que operaba desde Chaco y estaba bajo la lupa judicial por lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
Una fuga prolongada y una identidad falsa
Desde abril de 2022, Sosa estaba prófugo luego de que una masiva redada con cientos de gendarmes no lograra dar con los cabecillas del clan en Roque Sáenz Peña. Durante más de tres años logró evitar su captura, ocultándose bajo una identidad apócrifa. En este fin de semana fue identificado a través del sistema de cámaras de seguridad municipal, lo que permitió su aprehensión cuando conducía una Toyota Hilux negra. En su poder llevaba documentación que lo identificaba falsamente como Federico Narahian Da Silva Dos Santos, oriundo de Brasil.
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Un linaje delictivo y un entramado familiar
El patriarca de la familia, Juan Alberto Sosa, conocido como «Juan Loca», tuvo cuatro hijos con Ana María Flamenco, todos ellos involucrados en causas penales. La madre, dos de sus hijos varones, su hija Mariela y hasta la pareja de Ariel enfrentan cargos vinculados al narcotráfico y al lavado de activos. En total, la Justicia detectó al menos 70 personas vinculadas por lazos sanguíneos al grupo delictivo, consolidando así una red familiar con un fuerte control territorial.
Lujo, violencia y un emporio montado bajo apariencia legal
Los Sosa intentaron mantener una fachada de legalidad con empresas dedicadas a la distribución de alimentos, pero sus niveles de consumo y estilo de vida no coincidían con lo declarado ante los organismos fiscales. Esta incongruencia fue el punto de partida para que el fiscal a cargo profundizara la investigación patrimonial y solicitara múltiples órdenes de detención. La organización operaba como una verdadera banda armada que sembró el terror en su localidad de origen, protagonizando choques armados y hechos violentos en espacios públicos.

Choques, tiroteos y una guerra con otra banda local
Entre los episodios que marcaron la trayectoria delictiva del clan, se destacan enfrentamientos con un grupo rival apodado «Los Chupa Chichis». Estos cruces incluyeron tiroteos en la vía pública, ataques con armas de fuego a comercios, peleas dentro de locales nocturnos y hasta un homicidio en 2022 durante una disputa territorial. Estos hechos, registrados por la prensa local, consolidaron la imagen del clan como una banda temida en la zona, cuya caída en cadena fue posible gracias a una investigación que combinó análisis financiero con trabajo de campo.