Tensiones y replanteos en los «Hongos» en la recta final: el aislamiento de Selva en la casa de Gran Hermano
A medida que la competencia avanza hacia su tramo final, la tensión entre Selva Pérez y sus compañeros comienza a sentirse con mayor fuerza dentro de la casa de Gran Hermano. Las últimas semanas han generado un clima de mayor sensibilidad entre los jugadores, que no solo enfrentan la presión del juego, sino también los efectos del encierro prolongado y los roces en la convivencia.
En este contexto, la figura de Selva Pérez se convirtió en eje de conversación entre algunos de sus compañeros. Si bien la uruguaya mantiene un vínculo de cercanía con Juan Pablo De Vigili y Eugenia Ruíz, ambos manifestaron ciertas dificultades para sostener la relación.
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En una charla con Ulises Apóstolo, Eugenia expresó: “No hace nada con mala intención, pero con sus acciones termina perjudicando al otro, no se da cuenta. Yo sé que lo hace desde el amor y con las mejores intenciones, pero perjudica al otro”. Por su parte, Ulises coincidió con esta percepción y se mostró reticente a profundizar el vínculo: “Yo creo lo mismo, por eso es conveniente seguir caminando en lugar de darle explicaciones”.
El descargo de la uruguaya
Ante estos comentarios, Selva decidió hacer un descargo durante una transmisión en vivo desde el antiguo sauna de la casa, donde reflexionó sobre su presente emocional y la dinámica con el grupo. “Tengo un día atravesado”, admitió, y agregó que la reciente eliminación le generó agotamiento. Aunque había manifestado su temor por la posible salida de Eugenia Ruíz, confesó que le trajo cierto alivio la partida de Katia Fenocchio, con quien había tenido una convivencia tensa.

En relación a su vínculo con Ulises, Eugenia y Juan Pablo, Selva fue autocrítica: “Creo que ellos forjaron otro tipo de comunicación y todavía yo no con ellos. No sé por qué lo siento así. Quizás se entiendan más, creo que tengo un problema. No estoy logrando que sea diferente y genera roces”.
La jugadora también se refirió al clima general dentro de la casa: “Creo que uno explota por la acumulación y es lo que creo que está pasando. Estamos armando despelotes por un queso, cortar una tarta genera otro problema. Yo me hago responsable de formar parte de esto, pero me doy cuenta cómo está la casa”.
El testimonio de Selva pone en evidencia la creciente carga emocional que enfrentan los participantes en esta etapa del juego. La convivencia, en un entorno cerrado y bajo constante observación, parece acentuar las diferencias y los desacuerdos, incluso entre quienes supieron formar lazos cercanos.