Hoy se cumplen 27 años del crimen del boletero que marcó para siempre el cierre de la boletería de la estación de Ingeniero Budge
El 11 de abril de 1998, un hecho trágico sacudió a los trabajadores del ferrocarril y a los vecinos de Ingeniero Budge. Patricio Tschopp, un joven boletero de 21 años, fue asesinado de un disparo mientras cumplía su jornada laboral. Se presume que intentaron robarle os 30 pesos que había en la recaudación del día. A 27 años del crimen del boletero de la estación Budge, te contamos la historia.
El crimen ocurrió poco antes de las ocho de la noche, en la boletería ubicada sobre la calle Claudio Alas, entre Necol y Cipoletti. Según la investigación, un delincuente le disparó a través de la ventanilla por la que se vendían los boletos. El disparo impactó en el pecho del joven, que murió en el lugar antes de poder recibir asistencia.
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La hipótesis principal de la policía fue un intento de robo. Sin embargo, la recaudación del día —alrededor de 30 pesos— fue hallada intacta en la caja, lo que refuerza la versión de que el atacante huyó sin concretar el robo. “El ladrón le habría pedido que le entregara la recaudación del día. El joven se negó, se encerró, el atacante le disparó a sangre fría y después huyó, sin intentar llevarse la plata, porque para eso tendría que haber forzado la puerta”, indicaron fuentes de la investigación.
Agentes de la comisaría 10ª de Puente La Noria y de la Subdelegación de Investigaciones de Banfield estuvieron a cargo de las pesquisas. En aquel momento se intentaba localizar a un testigo que presuntamente habría presenciado el crimen, aunque no lo encontraron. También se sospechaba de la participación de al menos tres personas. Semanas después detuvieron a Esteban Ramón Carabajal, de 40 años y a Eduardo Noya, de 20, acusados por el crimen del boletero.
La estación y contexto
El edificio donde funcionaba la boletería era la estación del ramal Puente Alsina – Aldo Bonzi de la Línea Belgrano Sur. Lo inauguraron en 1995 luego del incendio del viejo edificio de madera. Se trataba de una pequeña estructura de material, con ventanillas desde donde se expendían los pasajes. Al momento del crimen, la estación contaba con poco movimiento, como era habitual en ese horario.
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El impacto del asesinato fue inmediato: la empresa Metropolitano (por entonces concesionaria de la línea) decidió cerrar la boletería de forma definitiva tras el hecho. Cinco días después la reabieron, pero dejó de contar con atención al público. El edificio quedó abandonado y lo derribaron en mayo de 2012 ante las denuncias de intentos de abuso sexual durante la noche, aprovechando la falta de movimiento del lugar.
A ya casi 3 décadas del homicidio, el caso es recordado por trabajadores ferroviarios y vecinos como una muestra del riesgo que enfrentan quienes cumplen tareas esenciales en condiciones de vulnerabilidad. La memoria de Patricio Tschopp permanece ligada a una herida abierta en la historia del ferrocarril de la región.