Desde Lomas de Zamora al corazón del rock argentino, Andrés Violante construyó un recorrido que combina pasión y mirada propia. Con más de 40 años de trayectoria, fotografió a las bandas más emblemáticas del país y fue testigo de una época que encontró en la música una forma de resistencia.
A los 14 años, Violante no soñaba con ser fotógrafo. En 1984, junto a su hermano, empezó a editar Zote, un fanzine hecho en fotocopias donde se mezclaban entrevistas a bandas del barrio, fragmentos de literatura y un espíritu punk que respiraba rebeldía y curiosidad.
«Poníamos fragmentos de Baudelaire por ahí, de Verne también, y cosas que para el ambiente era raro» relata Violante en comunicación con Lomas Conectado. «Para los heavy yo era punk y para los punk yo era heavy» continua. «Buscábamos una palabra en el diccionario y nos gustó Zote, que significa ignorante, torpe, duro de aprender. Encajaba perfecto. Muchos se confundían y decían ˋAzote´, pero no nos importaba, nos divertíamos con eso», recuerda entre risas.

Ese pequeño proyecto artesanal -mitad revista, mitad acto de fe- fue su puerta de entrada al mundo del rock y la imagen.
«En unas vacaciones en Gesell, en el ´84, me compré el libro Punk y la muerte jóven, que habla de los comienzos del punk rock en Inglaterra. (…) Y en un momento habla de los fanzines y dice algo como ˋCualquier idiota puede hacer un fanzine.´ Eso me quedó, y así arrancamos.», cuenta.
Desde su casa en Lomas, el fanzine empezó a circular entre disquerías, ferias y recitales. En esas páginas, a fines de los ´80, ya aparecían nombres que luego serían leyenda: Sumo, Soda Stereo, Los Redondos, Hermética.
«Nos contactábamos con las bandas por teléfono o por correo postal. No existía otra cosa. Y llegamos a hacer una nota con Los Redondos en una época en la que no hablaban con nadie.» recuerda Andrés. Ese espíritu autodidacta lo llevó a conseguir sus primeras coberturas oficiales en el Festival Lomas Rock de 1985, en el Estadio Alfredo Bernarger – la cancha de Temperley – donde tocaron, entre otros, Sumo, Soda Stereo, Violadores y Virus.

«Ahí contactamos a Luca e hicimos una entrevista en la oficina del manager en Congreso. Fuimos a varios conciertos de Sumo: Teatro Astros, Estadio Obras», repasa.
Fotografías de trinchera
Sus muestras siempre se llaman Fotografías de Trinchera y no es casual. Así llama Violante al espacio entre el escenario y el público: «Ahí en el medio estamos nosotros, los fotógrafos, como carne de cañón; entre la gente que salta, que escupe y que tira cosas. Ahí está la trinchera», explica.

Violante recuerda también el momento en que se le reveló – casi como una epifanía – la idea de convertirse en fotógrafo.
«Empecé con el dibujo. Me recibí de profesor a los 16. Entonces, alguna revista importada traía el póster y yo lo reproducía, en témpera o acrílico o lo que sea. Pero después vi el primer Rock in Rio por televisión, (…) y me impactó: veía las tomas aéreas, fotógrafos laburando, y después, a la semana siguiente, veía las fotos de esos shows acá y dije ˋah eso me gusta´. Pero no es que hubo un plan, se fueron dando las cosas de esta manera.»
Su personalidad también se formó en ese tiempo. Rechazó hacer fotos de farándula para revistas del espectáculo. «No era lo mío. No voy a pararme en la puerta de un restaurante a esperar a que alguien salga para sacarle una foto. Preferí seguir haciendo lo que a mí sí me gusta.»
Lo que comenzó con un fanzine fue la puerta de entrada para un recorrido que no se detuvo más. En 1987 comenzó a trabajar en la revista Madhouse, uno de los medios de rock más influyentes de la época. «Llevé una carpeta con fotos de Sumo, Los Redondos y Hermética. Me dijeron: ´Mañana tenemos nota con Ian Gillan´. Y ahí arranqué.» recuerda.
Desde entonces, su cámara capturó a las bandas más importantes de la historia del rock argentino e internacional. Hoy, con más de 200 tapas de discos y 250 de revistas en su haber, Violante no sólo se consolidó como un referente del género, sino también como un cronista visual de una época.

De memorias y anécdotas
Entre las miles de fotos que tomó, algunas se volvieron icónicas: la del Indio Solari “pensando”, reproducida en murales, tatuajes y banderas; o el retrato de Dave Evans, el primer cantante de AC/DC, que se convirtió en su foto oficial.

«El retrato de Dave Evans lo hice yo sin hablar inglés y él sin hablar español. Nos entendíamos igual, era una locura, realismo mágico.” cuenta. «Con el tiempo nos hicimos amigos y seguimos hablando. Desde ese momento en 2018, hasta 2022 vino a casa todos los años a comer un asado. También hicimos algunos videos»
Entre la pasión y la dignidad del oficio
En tiempos donde la tecnología parece hacerlo todo, Andrés recuerda que una buena cámara no alcanza si no hay una mirada detrás. «Podes tener la mejor cámara del mundo, pero si no tenés el ojo entrenado, no sirve de nada. Lo importante y lo fundamental es la manera de mirar, lo que querés contar. Y eso se hace estudiando, mirando, sacando fotos. Todo lo demás, es tecnología.», asegura.

Esa convicción se traduce también en una defensa de la dignidad del trabajo artístico: «Las cámaras son caras, las tarjetas de memoria son caras, las computadoras son caras, la conexión a internet, el viaje, todo es caro. Entonces, ¿por qué vas a ir a sacar una fotito? Lo fundamental es no regalar el trabajo. Porque cuando uno regala lo que hace, después nunca se lo van a pagar» explica.
Mirar hacia adelante
«Muchas veces miro para atrás y digo la pucha, lo que se hizo. Ver para atrás que se hizo mucho y ver para adelante que todavía hay cosas por hacer.» reflexiona Violante. «No hay que estar solamente pensando en lo que uno hizo, sino seguir haciendo en la medida de lo posible.»
Hoy Andrés Violante sigue retratando al rock y a quienes lo habitan. Está preparando una muestra de fotos dedicada a Sumo, que inaugurará próximamente – del 13 al 19 de octubre – en el Foyer del Teatro Municipal de Lomas de Zamora, y continúa al frente de Rock en la trinchera, el programa que produce en la plataforma XLevel Media, donde comparte entrevistas, archivo y material inédito de más de cuatro décadas de historia del rock.

Además, mantiene viva su esencia autodidacta en su canal de Youtube, donde combina humor, anécdotas y memoria, y en su Instagram, donde sigue publicando parte de su vasto archivo y todo lo que queda por venir.