Tiene más de una docena de denuncias
Diego Javier Clementi es señalado comunitariamente como «el ginecólogo abusador» una presunción que le ha impedido seguir trabajando debido a inhabilitaciones temporales. No obstante, acusan que sigue ejerciendo.
Todo comenzó con una denuncia que luego se transformó en muchas. De esta manera, llegó a la instancia actual: se encuentra a la espera del juicio oral. Mientras tanto, la abogada de las víctimas afirma que él sigue atendiendo: «Lleva a cabo todas sus actividades con total impunidad» expresó.
En ese sentido, la letrada añadió: «Que él siga ejerciendo es un peligro para la comunidad. Pone en jaque y vulnerabilidad a mujeres desprevenidas que aún no se hayan enterado de lo que es, un monstruo». Estas declaraciones las dio en el contexto de una entrevista radial con Política del Sur.
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La conmoción fue total. Mujeres que se atendían a diario en la clínica de Burzaco hasta que luego, todo trascendió en las noticias. Allí comenzó un proceso del que no hubo vuelta atrás. Fue apartado de su trabajo en el Hospital Evita de Lanús y removido temporalmente de Burzaco hasta que luego lo reincorporaron.
También daba clases de artes marciales para niños en una asociación civil, lugar del que también lo desplazaron. Con constantes escraches, marchas y protestas, las mujeres reclamaron reclaman la prisión.
Judicialmente están registrados catorce posibles abusos perpetrados en el Centro Médico de la Mujer de Burzaco, lugar dónde se desempeñaba. El modus operandi era siempre el mismo. Ganarse la confianza y luego, con la excusa de checkeos y pruebas médicas, abusar de las mujeres.

Los testimonios de las víctimas describen siempre la misma situación. Se entiende que, según la investigación, los cometió entre 2017 y 2022. No obstante, otra línea investigativa afirma que existe una posibilidad de que se perpetraran desde mucho antes: 2001.
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«Me tocó, me dijo que era parte del procedimiento médico, que era algo de rutina y luego comenzó a moverse en mis genitales y solo ahí. Tenía sensaciones como de placer él. Fue una experiencia horrible».
«Ahí volvió a mis piernas abiertas y me dijo ‘mirá como tenés’. Enseguida vuelve con algo que no sé qué era y me empezó a untar toda la zona genital con mucha confianza como quien toca su propio cuerpo”