Conocé la historia de este vecino lomense
A sus 51 años, Jorge Calvo se quedó sin trabajo y aunque lo echaron indiscriminadamente lejos de rendirse, optó por poner su puestito de sanguches y prepizzas. Está en el cruce de las calles Molina Arrotea y Piaggio.
Toda la comida se hace día a día. No pierde la esperanza de salir adelante. Con lo que gana, paga el alquiler. Ya se hizo parte fundamental de la placita dónde tiene el puesto. Los vecinos le compran. Ya se hizo querer en el lugar. Desde Lomas Conectado, hablamos con él.

«Dentro de una cocina yo soy feliz. Siempre me gustó, pero trabajé en dónde hiciera falta. Mi último laburo fue en la construcción. Por problemas de salud, me echaron» expresó. En ese sentido, añadió: «Ahí me pregunté qué era lo que yo sabía hacer y sí, era la cocina. Me puse a hacer comida y salí a buscar el mango».

LA LUCHA DE JORGE: sanguches, empanadas y prepizzas
«Salgo al rebusque. Trabajar para pagar el alquiler y otras cosas, como todos. Estas son mis herramientas de trabajo, es el fruto de mi amor y mi dedicación» contó Jorge. Él siempre trabajo en lugares gastronómicos hasta que en el último tiempo por diversas cuestiones, entró en el rubro de la construcción.
«El 21 de diciembre del año pasado, el médico me dijo que tenía una piedra en la vesícula. El 23 me habían mandado el telegrama. Me echaron como a un perro, como si nada. De ahí fue un planteo grande de qué hacer con mi vida» detalló a Lomas Conectado.



Lo que destaca enormemente de Jorge, es su fortaleza y su resiliencia. Sus ganas de salir adelante y progresar son más que admirables. Apunta a tener su negocio. «Por el momento no puedo más que tener mi puestito. No me alcanza para más pero sueño con tener mi negocio».
Por lo pronto, se lo puede encontrar en la placita de Molina Arrotea y Monseñor Piaggio. Allí está con sus sanguches, empandas y prepizzas. También hace comida por encargo. A corto plazo, le gustaría tener su carrito para tener mayor movilidad con su emprendimiento.