Una nueva edición para los amantes de lo paranormal en Lomas de Zamora: Hoy te contamos sobre el lobisón, el hombre de negro y el duende del techo
Con la llegada del mes de Halloween, los relatos de lo inexplicable resurgen con fuerza entre los vecinos de Lomas de Zamora. En este especial, recopilamos historias de quienes aseguran haber vivido experiencias paranormales que desafían toda explicación lógica. A través de las publicaciones en el grupo LOMAS CONECTADO, los vecinos compartieron cada episodio paranormal que vivieron, desde visiones aterradoras hasta encuentros sobrenaturales en sus propias casas.
En esta segunda parte, presentamos nuevos testimonios que nos demuestran que lo extraño puede estar más cerca de lo que creemos. En esta ocasión te traemos la historia de un perro grande que camina en dos patas, el lobisón tal vez, el «hombre de negro» y el duende del techo.
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«El perro que caminaba en dos patas»
Juan Pablo Saladino, uno de los vecinos, narra una experiencia que vivió en las inmediaciones de Larroque y 12 de Octubre: «OK, si me van a creer o no, me da igual, pero esto me pasó de verdad. Trabajaba en una panadería cerca de esas calles. Un día de invierno, salí a las 5:30 am y decidí caminar hasta Camino Negro para esperar el bondi. Justo antes de 12 de Octubre, vi a un perro grande tomando agua de la zanja. Me quedé mirándolo porque me daba miedo que me atacara. De repente, el perro se paró en dos patas y se fue hacia el descampado, que ahora es el Correccional de Menores.»
Saladino, sorprendido y asustado por lo que vio, decidió regresar rápidamente al trabajo. «Me di media vuelta y volví corriendo a la panadería. No salí hasta las 8 o 9 am porque estaba en shock. El maestro panadero me miraba raro, y cuando reaccioné, había una ambulancia en la puerta. Después me dijeron que todos me hablaban, pero yo no respondía. No sé qué fue lo que vi, pero esa imagen no me la saco más de la cabeza.»
«El hombre de negro»
Verónica Soledad Belizán relata una serie de sueños recurrentes y una experiencia aterradora que vivió en su propia casa: «Estuve toda una semana soñando lo mismo: un hombre vestido de negro, con un sombrero grande que le tapaba casi todo el rostro, solo le veía la nariz y la boca. En el sueño, corría por un campo y él me perseguía. Siempre terminaba cayendo en un pozo, y justo antes de caer, me despertaba tirada en el piso. Esto me pasó toda la semana, siempre a las 3 de la madrugada.»
Sin embargo, lo más inquietante vino después de esos sueños. «Un día, cuando fui a llevarle un ventilador a mi ex cuñado que estaba viendo tele en mi habitación, la puerta no se abría. Empujé con fuerza hasta que, de repente, se abrió. Ahí lo vi, al hombre del sueño, levitando frente a mí, vestido de negro. Salí corriendo y me refugié en la casa de mi ex suegra. Me contaron después que me hablaban, pero yo no respondía, estaba pálida del miedo.»
La historia de Verónica toma un giro aún más extraño cuando una vecina le contó que había visto una figura similar. «Ella estaba en su cocina a las 3 de la mañana cuando escuchó un ruido en la puerta. Al acercarse, vio unos pies, y cada vez que se acercaba, los pies se movían. Después, vio una silueta alta con sombrero pasar por la ventana.»
«Algo en el techo»
Karii Gram comparte un episodio que marcó a su familia cuando, años atrás, vivían en una casa con techo de chapa. «Algo corría alrededor del techo, arrastrando los pies. Esa cosa parecía saber lo que sentíamos y pensábamos. Mi mamá subía con la escoba a golpear el techo, pero esa cosa siempre salía corriendo y desaparecía.»
La situación se volvió aún más extraña cuando una tía observó algo inusual: «Una vez, mi tía vio un enano en el techo. Desde entonces, el miedo fue mayor. Yo, cuando era niña, me despertaba muy temprano y me quedaba tapada de miedo en la cama. Se escuchaba como si alguien agarrara los fierros de un encadenado y los hacía vibrar.»
A pesar de los años que han pasado, Karii y su familia siguen sin respuestas. «Hasta el día de hoy nos preguntamos qué era lo que vivía en nuestro techo y por qué nos molestaba tanto.»