Con sólo 15 años, Ignacio Makaruk ya empezó a escribir su propio camino dentro del judo argentino. Vecino de Lomas de Zamora y formado desde los 3 años, acaba de regresar del Campeonato Sudamericano de Judo —realizado en Asunción, Paraguay— con dos nuevas medallas de plata. Una experiencia que, según cuenta, fue «increíble, intensa y mucho más profesional que otros torneos».
«Fue un torneo muy lindo, muy intenso, y al mismo tiempo, una oportunidad enorme para seguir creciendo. Ya había competido internacionalmente, pero esta vez fue distinto. Y eso lo hizo aún más especial», relata.
Un camino difícil hacia la final
Ignacio compitió en dos categorías: Cadete -60kg y Junio -60kg. Para llegar a la final, debió enfrentarse con rivales de Chile, Colombia, Paraguay y Brasil, con combates de altísima exigencia.
«El camino fue duro. Todos los combates fueron muy exigentes, cada uno con estilos distintos. Tuve que adaptarme y dar lo mejor en cada pelea para llegar a la final. Los combates más difíciles fueron los encuentros más tácticos: especialmente contra rivales de Brasil y Chile, que suelen tener un ritmo muy fuerte.», cuenta Ignacio. Sin embargo, inmediatamente después agrega: «Pero esos enfrentamientos son, justamente, los que más disfruto».
El lomense superó cada instancia con solidez y logró subirse al podio internacional.
«Sentí un orgullo enorme. Representar a Argentina y a Lomas es algo que siempre me motiva. Estar ahí arriba sabiendo que todo el esfuerzo vale la pena es una sensación difícil de explicar, pero muy emocionante».

Entrenamiento, disciplina y un equipo que acompaña
Su preparación fue tan intensa como constante: Ignacio entrena todos los días un mínimo de dos horas, además de sumar gimnasio en la semana. Actualmente forma parte del equipo del Club Atlético Victoriano Arenas, donde entrena bajo la guía del profesor Ariel Sganga, head coach femenino de la Selección Argentina de Judo. «Tanto Ariel como el equipo con el que entreno son fundamentales para mi crecimiento», destaca.
El Sudamericano también le dejó muchísimo aprendizaje: «Más allá del resultado, este torneo me mostró un nivel de competencia más profesional y me dejó muchas enseñanzas para seguir mejorando».
Una historia que empezó a los 3 años
El judo llegó a su vida muy temprano: «Empecé a los tres años gracias a mi hermano, que fue quien me motivó a arrancar. Y desde ese momento nunca dejé» recuerda Ignacio.
Lo que más disfruta del deporte no es sólo la competencia, sino los lazos que se construyen en el camino. «El judo parece un deporte individual, pero en realidad depende muchísimo del equipo. Los entrenamientos, el apoyo y las experiencias hacen que sea un deporte muy completo».
Representar a Lomas también es una parte clave de su identidad: «Para mi es un honor enorme. Siento que llevo conmigo a toda la gente que me apoya todos los días y eso me da una motivación extra en cada combate».

Lo que se viene
Su próximo objetivo inmediato es clasificar para el Campeonato Nacional de Judo y mantenerse fuerte dentro de su categoría. Pero como todo deportista, también guarda un sueño grande: «Mi sueño, como el de todo judoka, es competir en un Juego Olímpico. Pero es muy difícil, no sólo por el entrenamiento sino también por lo económico. Para llegar a una Olimpiada hay que clasificar en muchos torneos internacionales, y por el momento, sólo cuento con el apoyo económico de mi familia».
Pese a los desafíos, Ignacio mantiene la disciplina: combina entrenamientos con la escuela y se permite también tener los necesarios momentos de disfrute y descanso.
Un mensaje para los que recién empiezan
A los más chicos que quieren iniciarse en el deporte les deja un mensaje claro: «No se rindan. El judo es un deporte hermoso que te enseña valores, disciplina y te da amistades para toda la vida. Con constancia, cualquier objetivo se puede alcanzar».
Antes de cerrar, Ignacio vuelve a lo esencial: «Agradezco a mi familia, a mis profes, a mis compañeros y a todos los que me apoyan siempre. Sin ellos, nada sería posible».