Se la regaló el streamer Coscu
Leandro Fortunato, quién caminó desde Ingeniero Budge hasta a Brasil para ver a Boca en la final, definitivamente podrá hacerlo: en un hermoso gesto que ampara dicha locura futbolística, Coscu le regaló la entrada.
Y es que no era para menos. Realmente una proeza de las que no ya no se tienen registros en los últimos tiempos. Fortunato caminó 22 días en una travesía implacable, una auténtica peregrinación, para llegar a alentar al Xeneize.
Caminando a Brasil por ver a Boca: el gesto de Coscu
Cuando trascendió en los medios su aventura, contó que no tenía entrada para ingresar al estadio. Su peregrinar finalizaría en Río de Janeiro, en las afueras del Maracaná, algo injusto si se quiere, después de recorrer más de 2600 kilómetros a pie.
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Fue así que «Coscu» le prometió conseguirle un pase para el ingreso y luego, una días después, cumplió: le regaló la entrada al lomense que fue caminando de Budge a Brasil para alentar a Boca en la final. Para colmo, la entrada es privilegiada y con una ubicación especial.
A PIE DESDE Budge HaSTA Brasil: la travesía de Fortunato POR VER A BOCA
«Hace 20 días salí de Buenos Aires sin un rumbo. Hoy en Santa Fe decidí que tenía que estar en la final. Un partido más y listo. Sólo uno más. Con pocos pesos y ganas de escapar de una realidad que no puedo volver atrás, solo espero llegar a ver por última vez al ÚNICO AMOR QUE NUNCA ME VA A ABANDONAR» escribió el viajero en sus redes sociales.
Eso lo hizo cuando se encontraba aún en camino. Tuvo una relación amorosa que finalmente no funcionó. Eso lo motivó a viajar para enterarse que luego, Boca había pasado a la final. Allí, Río de Janeiro se convirtió en el destino de la peregrinación.
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Fortunato contó que no llevó casi nada consigo. Unos pocos elementos para la higiene y ropa. «Todo ello es prescindible pero no mi guitarra» expresó en referencia al instrumento que lo acompañó en todo el camino.
En su travesía debió sortear todo tipo de obstáculos como así también padecer tormentas severas, vientos fuertes y otros peligros. A través de las redes, cuando tenía conectividad, comunicaba por dónde estaba y como se encontraba. «Estoy vivo, cansado y con hambre, pero vivo» escribió en una de las oportunidades.

Cruzó selvas, reservas, ríos, rutas, asfalto y caminos de tierra. Tuvo problemas con la policía y con su familia, no obstante, su convicción fue lo único que lo mantuvo firme y le permitió llegar. «Después de Rio de Janeiro veré como se resuelve mi vida» concluyó.