Cada 26 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino para concientizar sobre la importancia de hacerse los controles y vacunarse.
El de cuello uterino es el tercer cáncer más frecuente en la población femenina en Argentina, luego del de mama y el de colon. Su incidencia y mortalidad dependen de dos importantes intervenciones: la detección precoz y la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH).
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El virus del papiloma humano es un factor necesario para su desarrollo, presente en un 99,7% de los casos. Por este motivo, los factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de cuello uterino están relacionados con el riesgo de infección por VPH. Entre ellos podemos mencionar:
Inicio precoz de las relaciones sexuales
Embarazos en la adolescencia
Múltiples parejas sexuales
Infecciones ginecológicas previas (fundamentalmente por VPH).
Multiparidad
Condición socioeconómica baja
Poca accesibilidad a la medicina preventiva
Tabaquismo
Inmunosupresión
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¿Qué posibilidades hay de tener VPH?
La infección del tracto genital por el virus del papiloma humano es muy frecuente, aproximadamente 8 de cada 10 adultos sexualmente activos tendrán contacto con el virus antes de los 50 años. Existen más de 100 tipos de VPH, siendo alrededor de 14 los relacionados con el cáncer cervicouterino.
¿Qué se requiere para que una infección por VPH evolucione a cáncer?
Infección por virus de alto riesgo oncogénico.
Persistencia de la infección
Progresión a una lesión precancerosa
Desarrollo de la lesión premaligna a cáncer
Esta secuencia de eventos puede llevar entre 10 a 15 años, lo que suele darnos tiempo para detectarlo de manera precoz.
¿El cáncer de cuello uterino genera síntomas?
La enfermedad temprana es, en general, asintomática, por lo que es muy importante realizar el control indicado por el ginecólogo. En algunos casos puede asociarse a sangrado durante las relaciones sexuales y/o flujo purulento o fétido entre otros síntomas inespecíficos.
¿Se puede prevenir?
Afortunadamente hoy en día contamos con dos estrategias de prevención. La prevención primaria consiste en la vacunación. Existen a la fecha 3 vacunas distintas que varían en la cantidad de tipos de VPH para los que proporcionan inmunidad. Ninguna de ellas proporciona inmunidad contra todos los tipos de VPH.
En Argentina se incorporó al calendario de vacunación en el año 2011 para todas las niñas de 11 años nacidas a partir del año 2000, y en 2017 se amplió para todos los varones de 11 años nacidos a partir del año 2006.
Se espera que la vacunación junto al tamizaje reduzca la mortalidad en aproximadamente un 33 % para el año 2030.
La prevención secundaria consiste en métodos para la detección y tratamiento temprano de la enfermedad, llamados también screening o tamizaje. Estos son la citología cervical (Papanicolaou/PAP), el test molecular de VPH y el co-test (PAP + test de VPH).
Hay un continuo debate sobre qué métodos son preferibles y con qué frecuencia hacerlo. Varía principalmente según la incidencia de la enfermedad, la infraestructura y los recursos disponibles, que difieren tanto entre los distintos países como entre regiones de un mismo país. En Argentina se encuentra en marcha el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cervicouterino (PNPCC) dependiente del Ministerio de Salud. En el año 2011 se incorporó el test de VPH para su uso en algunas provincias. Sin embargo, su disponibilidad sigue siendo limitada.
¿Desde qué edad debemos realizar estas pruebas?
Las guías actuales sugieren a partir de los 21 años o a partir de los 3 años posteriores al inicio de relaciones sexuales. Se recomienda suspenderlo a los 65 años, pero puede modificarse en base a los resultados de los controles previos y factores de riesgo de cada paciente.
¿Hay tratamiento?
Existen diversos tratamientos que dependen del momento en que se diagnostique la enfermedad por lo que es fundamental realizar los controles indicados.
Fuente: Telam
Por Dra. Josefina Girotto, (MN153172) tocoginecóloga de Halitus Instituto Médico.