Descubre «el alma de la hinchada»: un viaje por la pasión y el fervor que une a los hinchas en cada partido
La música y el fútbol son dos pasiones que se entrelazan en Argentina, formando una identidad común en estadios y rincones del país. Las canchas se convierten en anfiteatros urbanos, vibrando con el ritmo del bombo y el clamor colectivo. Asistir a un partido es más que ser un mero espectador; uno forma parte de la banda sonora de un país que se reconoce en sus propios cánticos.
En las horas previas a un partido, los alrededores de un estadio resuenan con festiva actividad. Colectivos colmados de hinchas, cervezas en mano, surcan las avenidas de Buenos Aires al compás de sus cánticos. Vendedores ambulantes ofrecen banderas y choripanes, mientras el intenso retumba de los bombos se escucha. Los jóvenes marchan con un andar casi marcial hacia la entrada.
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Boom Boom Boom Boom-Boom-Boom late el parche, capturando el pulso del fútbol argentino. El colectivo se transforma en el alma de un país que, durante esas horas, olvida sus problemas y se sumerge en la alegría del juego.
Puede ser un partido de la Selección argentina, en la despedida de Lionel Messi en las eliminatorias, o un partido cualquiera: River, Boca, San Lorenzo, Independiente, Racing, Huracán, Vélez… la lista continúa.
La historia de ‘Ole’ y los himnos de tribuna
Para entender el lazo entre la música y el fútbol argentino, es necesario mirar al pasado. La expresión “Ole”, tan característica en los cánticos de la hinchada, llegó al ámbito futbolístico mundial en 1958 durante un amistoso entre River y Botafogo en México.
El brasileño Garrincha, con la camiseta número 7, desbordó al defensor argentino Federico Vairo, lo que llevó a un mexicano a gritar “Ole, ole, ole” y ser seguido por miles. La palabra tiene raíces árabes, y antes de adornar las tribunas, era parte del flamenco y las corridas de toros. Lo que era una burla se transformó en reconocimiento, convirtiéndose en un himno del deporte.

A partir de ese momento, la música se adueñó de los estadios. Cánticos como “Soy de Boca”, “Vamos, Vamos, Argentina” y “Llegan los borrachos del tablón” son repetidos en diferentes clubes, adaptando la letra pero manteniendo la melodía.
Estas canciones cruzan barrios y épocas, resonando tanto en La Bombonera como en el Monumental o en el Nuevo Gasómetro. El folclore futbolero argentino se configura como una fuente inagotable de identidad, en la que cada hinchada reescribe su historia en cada encuentro.
De esta manera, el estadio se convierte en un escenario en el que se representan los dramas de la vida argentina, evidenciando rivalidades, orgullo y el deseo de trascender. Las letras de las canciones trascienden el fútbol y revelan la identidad colectiva, expresando anhelos y recuerdos.
Muchachos: El canto que unió al país
En 2022, durante el Mundial de Qatar, una melodía se consolidó en el alma argentina: Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar, creada por Fernando Romero, docente e hincha de Racing, se alzó como el himno de una generación marcada por la pandemia y la pérdida de Diego Maradona.
Romero recuerda: “Estar cerca de dos años sin ir a ver a mi club fue devastador. La música y el fútbol nos hicieron recuperar la alegría”. En los años previos al Mundial, el pueblo argentino enfrentó desafíos como la pandemia de COVID-19 y la muerte de Maradona, que afectaron el estado de ánimo colectivo.

La canción nació del dolor, afirma Romero, “tras la muerte de Diego y el encierro, hasta que el campeonato de Messi nos devolvió la sonrisa”. Su letra se volvió un símbolo de esperanza: “Sentí que había que cantar. Soy una persona que siempre canta en la cancha y tengo canciones para cada ocasión”.
La muerte de Maradona se sintió profundamente en la sociedad, sobre todo en sectores populares, generando una tristeza colectiva. Romero apunta que en ese instante, el fútbol y la música se convirtieron en un refugio: «El Mundial nos unió como país, y la canción ayudó a ello. Fue perfecto para el momento». Asegura que durante el encierro y la tristeza, “volvimos a estar felices, aunque solo sea por un momento”.
Fútbol y música como salvavidas sociales
La canción, de la banda La Mosca, a la que Romero cambió la letra, se convirtió en un símbolo que unió a argentinos de diversas regiones y condiciones. Este fenómeno llevó a que la FIFA reconociera a la hinchada argentina como la mejor del mundo.
“Fue impresionante grabar algo que terminó resonando en millones”, dijo Romero, añadiendo, “Y lo que jamás olvidaré será ver al campeón del mundo con la copa, cantando la canción”.

Desde el comienzo del Mundial, el impacto de La Mosca en la historia de Muchachos llevó la canción a nuevas alturas. Cuando la banda grabó oficialmente el himno, este trascendió el ámbito futbolístico, siendo cantado en festivales y reuniones familiares, amplificando la euforia y la conexión social.
Una vez consagrada, la canción “pasó a ser del pueblo”. El verso “en la tierra de Diego y Lionel” surgió en plazas y calles, resonando desde el Obelisco, donde múltiples voces la transformaron en un ritual de celebración y homenaje, convirtiéndose en un símbolo de unión en un momento crítico.
Hoy, sostiene Romero, la música y el fútbol siguen siendo pilares de la identidad cultural argentina: “No hay ningún evento en Argentina que una tanto a la gente como el fútbol. Por eso, es más que un deporte. Cuando la selección juega y gana, todos nos sentimos parte de algo”. Ambos mantienen viva la habilidad de congregar a las personas en torno a sus emociones compartidas.
Belluschi: La música como energía y refugio
El futbolista Fernando Belluschi impulsó el proyecto Club Atlético Rock and Roll, donde realiza entrevistas a artistas y deportistas, creando un espacio que une música y fútbol. Belluschi destaca que la música fue su compañera desde joven: “Al llegar a Rosario para jugar en Newell’s a los 14, la música fue nuestro vínculo con la familia. Ese sonido me dio motivación para salir a la cancha”.
Su conexión con la música va desde el bandoneón de su abuelo hasta el rock con amigos. “La música siempre fue compañía y motivación, una forma de predisponerme mejor antes de jugar”, relata. “El Club Atlético Rock and Roll” surgió para enlazar las pasiones argentinas: buena música, charlas de fútbol, asados y cervezas. Los músicos que vienen a conversar disfrutan hablar de fútbol y recuerdos compartidos.
Para Belluschi, escuchar música antes del partido era una forma personal de prepararse mentalmente, mientras que cantar canciones grupales fortalecía el espíritu colectivo: “Con el parlante en la concentración, ves a tus compañeros emocionados y listos para jugar”. La simbiosis entre música y fútbol trasciende géneros: “Lo hermoso de la música es que cada uno la vive de distinta manera”.
El canto colectivo: identidad y pertenencia
Ambos Fernandos -Romero y Belluschi- reconocen el poder de la música en la formación de comunidades. Belluschi lo vivió en Portugal, donde, a pesar de ser equipos internacionales, “siempre cantábamos canciones argentinas que nos unieron”.

Asimismo, en los Mundiales de Qatar y Brasil, sintió la misma conexión: “El Mundial nos unió más como sociedad. La canción ayudó, era perfecta para el momento y resonó entre los jugadores y el público”.
En esos torneos, el ambiente se definía con canciones como Se parece más a ti de Jambao, en Brasil, y Muchachos en Qatar, donde la música se convierte en un elemento que une y define experiencias. “Cuando las canciones son compartidas por multitudes, el estadio vibra como un organismo unido”, resume Belluschi.
El debate y la unión: ¿Música y fútbol, conectados?
Belluschi destaca que al entrevistar músicos, muchos ven poco vínculo entre la música y el fútbol, considerándolos mundos distintos. Sin embargo, “la gente vive ambas pasiones de manera singular, y eso es lo que importa”.
Romero también observa que la conexión entre música, fútbol y sociedad trasciende el sentido común: “No tiene explicación, pero impacta en el corazón colectivo”. Belluschi comparte esta percepción desde la cancha: “Cuando el público canta cuestiones alegres, esa letra te motiva a jugar mejor”.
Reflexiona: “La pasión de los argentinos es diferente, le ponemos intensidad a cada cosa. Por eso, el fútbol y la música se viven a una intensidad muy alta”.
Dos pasiones, una sola voz
Cada partido está impregnado de melodía: las canciones resuenan, y el ritmo del fútbol nunca se detiene. La música acompaña como el aire o el pulso de la vida.

El fútbol argentino es música condensada en gritos, pasos y tambores. Los estadios son recitales donde el pueblo expresa sueños y esperanzas; la música popular argentina se nutre de referentes futbolísticos. Los músicos crean sobre sus equipos preferidos, mientras los futbolistas hallan fuerza en sus canciones predilectas. Esta conexión se vive intensamente, y muchas veces se da por hecho.
Pasión, identidad, comunidad y la búsqueda de alegría en medio de la tormenta son cualidades que comparten música y fútbol. En cada partido, la tribuna canta y vibra, reflejando el verdadero espíritu de la hinchada argentina: una pasión que se siente y se vive, estadio tras estadio.