Un servicio de escucha y contención espiritual
El Teléfono de la Vida, un servicio de escucha y acompañamiento espiritual impulsado por la diócesis de Lomas de Zamora, anunció la ampliación de sus días de atención. Desde agosto, la línea estará disponible de martes a domingo, en el horario de 22 a 6 horas, a través del número fijo 4245-3333. Además, continuará en funcionamiento el celular de guardia las 24 horas: 11-3461-5921.
Se trata de un espacio de ayuda y contención en situaciones de crisis, que desde hace más de una década acompaña a vecinos que atraviesan problemas de soledad, angustia, depresión o incluso pensamientos suicidas.
Una iniciativa con 14 años de historia
El servicio fue creado hace 14 años por el presbítero Jorge Beigbeder, con el apoyo de voluntarios de distintas parroquias de la diócesis. Desde entonces, el objetivo ha sido claro: estar al lado de quienes necesitan ser escuchados en momentos de vulnerabilidad.
“Que una persona esté atenta, con el corazón abierto, y presente a Cristo, sobre todo para poder compartirlo”
Hasta mediados de este año, el servicio funcionaba solo de jueves a domingo, pero la necesidad de dar más respuestas impulsó la extensión a seis días semanales.

Convocatoria a nuevos voluntarios
Desde la diócesis remarcan que la tarea solo es posible gracias al compromiso de quienes dedican su tiempo a escuchar y acompañar. Por eso, se lanzó una convocatoria a nuevos voluntarios, en especial a quienes se forman en la Escuela de Ministerios Laicales Nuestra Señora de la Paz, dentro del espacio del Ministerio de la Escucha.
Quienes deseen participar del voluntariado pueden comunicarse al celular 11-3328-3870.
Una diócesis comprometida
El Teléfono de la Vida depende de la Diócesis de Lomas de Zamora, que abarca los partidos de Lomas, Lanús, Esteban Echeverría, Almirante Brown, Ezeiza y San Vicente, bajo la conducción del obispo Jorge Lugones SJ.
Con más de una década de trayectoria, este espacio se ha consolidado como un refugio de esperanza para cientos de personas que encuentran en el llamado un oído atento, contención espiritual y, muchas veces, la posibilidad de volver a mirar la vida con fe.