Vecinos de la zona de Av. Alsina entre Castro Barros y Malabia denuncian una seguidilla de robos de caños de gas en plena madrugada. Según relatan, el lunes, al despertar, varios lomenses notaron la ausencia del suministro en cocinas y termotanques y, al revisar los medidores, descubrieron que los caños habían sido forzados y robados.

Una de las personas afectadas contó que la primera señal fue el agua fría en la ducha y la imposibilidad de encender la cocina durante el lunes por la mañana. Al comunicarse con la empresa del suministro, Metrogas, le confirmaron que no se trataba de un corte programado ni de falta de pago, y le advirtieron que posiblemente fue víctima de un robo.
Al revisar la cabina de gas, efectivamente, se encontró con la situación esperada: habían abierto el gabinete y cortado el caño de alimentación. Desde la empresa le indicaron que la reposición corría totalmente por su cuenta, incluyendo la compra del caño sustraído y la posterior instalación por un gasista matriculado. Solo el material le costó $25.000 y en el comercio donde realizó la compra le mencionaron que ya habían recibido varios vecinos de la zona por el mismo motivo.

Una modalidad que se repite
Mientras se dirigía a comprar el caño, la víctima notó que otras personas estaban siendo asistidas por gasistas en varios tramos de la cuadra entre Av. Alsina y Malabia. La escena se repetía: medidores violentados, caños robados y vecinos resolviendo de forma particular una problemática que parece ser colectiva.
A pesar de no haber radicado una denuncia policial, el damnificado señala que en la esquina de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) hay cámaras de seguridad; y plantea que sería útil revisar las mismas para identificar posibles movimientos o personas sospechosas. También remarcó la ausencia de patrullaje y el retiro de una posta fija de seguridad que, hasta hace poco, funcionaba en la zona.
¿Por qué se roban estos caños?
Los caños sustraídos miden aproximadamente 30 centímetros y están compuestos por una aleación metálica que no es cobre puro pero que tiene cierto valor en el mercado informal. Según estimaciones del propio afectado, los compran por entre $4.000 y $8.000 el kilo, lo que implicaría la necesidad de sustraer varios para obtener una ganancia significativa.
Reclamo vecinal
Los vecinos piden explicaciones por falta de cámaras activas y la poca presencia policial en la zona. Además, plantean la inseguridad estructural que implican este tipo de robos, ya que no sólo genera un perjuicio económico; sino que también se genera un peligro latente. Los delicuentes, generalmente, al retirarse, dejan la llave abierta provocando una pérdida de gas y poniendo en peligro a toda la cuadra.