Reducción de trenes en la Línea Roca: menos servicios, más hacinamiento y la bronca de los usuarios en horario pico
Desde el sábado 31 de mayo, Trenes Argentinos puso en marcha un nuevo cronograma de servicios que, si bien se anunció como una “actualización”, en la práctica significó una reducción de servicio de trenes. La medida afecta especialmente a la Línea Roca —y en menor medida a las líneas San Martín y Belgrano Sur— con la eliminación de un tren por hora en varios ramales. El impacto más notorio se sintió este lunes durante el horario pico, en el arranque de la semana laboral, cuando miles de pasajeros se encontraron con formaciones colmadas y menos frecuencias.
Según fuentes cercanas a la empresa estatal, el ajuste responde a una reorganización operativa basada en la “demanda actual” y el estado del sistema eléctrico. Aunque no hay aún un comunicado detallado que explique el alcance de la decisión, el recorte supera los 30 servicios diarios y se aplica exclusivamente de lunes a viernes.
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Una medida que se siente en el andén
En las estaciones del sur del Conurbano —Quilmes, Berazategui, Avellaneda y Constitución—, la escena se repitió: formaciones repletas, demoras y rostros de fastidio. Los trenes, que antes llegaban llenos pero permitían subir, ahora directamente colapsan. Incluso se volvieron a incorporar coches Toshiba, viejos, sin aire acondicionado, como refuerzo de emergencia ante una demanda que no da tregua.
“La empresa lo presenta como una actualización, pero están reduciendo frecuencias. Eso no mejora el servicio, lo empeora”, dijo Verónica, empleada administrativa que viaja cada día desde Florencio Varela. “Son decisiones tomadas por gente que no pisa una estación”, agregó.
Desconexión entre la gestión y el usuario
Lo que más molesta a los pasajeros no es solo la incomodidad, sino la sensación de estar fuera de toda consideración en las decisiones que afectan su rutina. La bronca se amplifica en redes sociales y en los propios andenes, donde el malhumor es palpable.
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Y a la preocupación cotidiana se suma una sospecha que comienza a crecer: ¿se está preparando el terreno para justificar una privatización? Para muchos usuarios y gremios del sector, la degradación progresiva del servicio parece formar parte de una estrategia para generar el escenario ideal: un sistema colapsado que luego pueda ser ofrecido al sector privado como la única solución viable. En otras palabras, se crean las condiciones para justificarlo.
Aunque el nuevo esquema ya puede consultarse en el sitio oficial de Trenes Argentinos (trenesargentinos.gob.ar), y también en su app o boleterías, la realidad no se resume en horarios sino en experiencia: menos trenes implican más espera, más apretujones y más incertidumbre.
¿Qué viene después?
Por ahora, los fines de semana y feriados no tendrán modificaciones. Pero la duda se instala: si la lógica es ajustar servicios en función de la demanda, ¿cuál será el próximo recorte? En una coyuntura económica difícil, donde el transporte público es el único recurso para millones, cada frecuencia eliminada se traduce en un obstáculo más para quienes simplemente intentan llegar a su trabajo.
Y como tantas veces ocurre, los que toman las decisiones lo hacen desde lejos. Desde oficinas cómodas, ajenas al tren que no llega o que llega tan lleno que no se puede subir. Mientras tanto, abajo, en el andén, el ciudadano de a pie carga con el peso de decisiones que nunca lo consultan.