Violencia en Avellaneda: suspensión del partido entre Independiente y U de Chile por graves incidentes en las tribunas
El encuentro entre Independiente y Universidad de Chile, correspondiente a los octavos de final de la Copa Sudamericana, quedó marcado por una noche de extrema violencia que derivó en la suspensión del partido y dejó un saldo de decenas de heridos. El cruce, que se jugaba en Avellaneda y estaba igualado 1 a 1 en el inicio del segundo tiempo, se interrumpió tras una serie de incidentes que pusieron en riesgo la integridad de los hinchas y los propios futbolistas.
Lee también:
- Milei desembarca en Lomas para disputar el voto peronista
- La madre de Joaquín Ruffo: “Jamás pensé que lo tocaría”

El operativo de seguridad, a cargo de Aprevide, quedó en el centro de las críticas. La disposición de los simpatizantes visitantes —unos 3.000 ubicados en la tribuna Pavoni alta— fue cuestionada por la falta de medidas que impidieran el lanzamiento de proyectiles hacia el sector inferior, ocupado por público local. Desde allí comenzaron a arrojarse elementos contundentes, entre ellos trozos de mampostería, butacas, sanitarios y hasta excremento, lo que desencadenó escenas de caos.

El árbitro uruguayo Gustavo Tejera intentó reanudar el partido tras el entretiempo, pero a los pocos minutos decidió suspenderlo ante la magnitud de los incidentes. Los propios futbolistas de la U de Chile intervinieron en varias oportunidades para pedir calma a su hinchada, sin éxito. La barra brava del club trasandino, conocida como “Los de Abajo”, acumula antecedentes de violencia en competencias internacionales y la institución ha recibido sanciones previas por este motivo.

Choque de barras
La situación se tornó más grave cuando, ante la falta de reacción de los 800 efectivos de seguridad presentes, un numeroso grupo de la barra de Independiente ingresó a la tribuna visitante. Allí se produjeron enfrentamientos cuerpo a cuerpo que dejaron escenas de golpizas, corridas y personas que se arrojaban desde la bandeja alta para escapar. Videos difundidos en redes sociales muestran a simpatizantes de Independiente golpeando a hinchas chilenos, despojándolos de su ropa y obligándolos a retirarse desnudos, mientras recibían palazos.

Un testigo local relató a TyC Sports: “Durante el primer tiempo estuvimos una hora recibiendo piedras. Nos tiraban caca. Arriba nuestro había uno que hacía ruidos como que iba a tirar un caño. Gente cortada. Y la gente no reaccionó, se la aguantó. Cuando empezó el segundo, tiraron butacas y ahí sí subieron al alambrado para que hagan algo”. Otro hincha denunció que los simpatizantes visitantes agredieron a mujeres y menores: “Liberaron la Sur Alta. Nos encerraron y no nos dejaron salir. ¿Dónde está la Policía?”.

La magnitud de la violencia quedó reflejada en imágenes donde se observa a un hincha de la U de Chile lanzándose desde más de diez metros de altura para huir de la golpiza, mientras otros quedaban tendidos en el suelo con heridas visibles. Los servicios médicos pudieron intervenir solo una vez que los enfrentamientos se redujeron, trasladando a los heridos más graves al hospital Fiorito. Se estima que hubo alrededor de 90 lesionados, algunos en estado delicado.
Se pasan la pelota
Desde la dirigencia de Universidad de Chile también surgieron críticas a la organización del evento. Daniel Schapira, directivo del club, expresó en diálogo con ADN Radio: “Siempre nos pasa algo. No pueden poner a la hinchada de la U arriba de la barra de Independiente”. Y agregó: “Vamos a ser sancionados, no hay ninguna duda. Y van a ser sanciones duras. Es un tema social y cultural. Esto es mucho más que fútbol”.

El clima de inseguridad se prolongó durante más de una hora, en la que los hinchas visitantes permanecieron en la tribuna sin que hubiera intervención policial para desalojarlos completamente. Recién cuando la mayoría de los simpatizantes chilenos abandonó el estadio, el partido fue dado por suspendido de manera definitiva.
La Conmebol aún no confirmó las medidas disciplinarias que se aplicarán, aunque se prevén sanciones severas. El episodio, que remite a tiempos de violencia que parecían superados en el fútbol sudamericano, volvió a dejar en evidencia las falencias en la organización de los espectáculos deportivos y la vulnerabilidad de los asistentes frente a hechos que pudieron tener consecuencias aún más graves.