Mariano Martínez habló en Otro día Perdido sobre su experiencia con la dislexia y pidió mayor inclusión educativa
Mariano Martínez fue invitado al programa Otro día perdido, conducido por Mario Pergolini, donde compartió públicamente que padece dislexia, un trastorno de aprendizaje que, según afirmó, también afecta a dos de sus hijos.
El actor señaló que su intención al contarlo es visibilizar una condición que, aunque frecuente, suele ser malinterpretada y puede generar importantes dificultades en la infancia. “La pasé muy mal”, expresó, al recordar que no fue consciente de su dislexia durante su niñez.
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Martínez describió la dislexia como una condición “muy amplia” que puede derivar en una “frustración muy grande” en los niños y, en algunos casos, “después deriva en adicciones, deriva en frustración a un nivel que por ahí terminan en la calle”.
La detección fue clave en su caso y en el de sus hijos. Contó que comenzaron a sospechar cuando uno de ellos mostró “indicios” y, tras realizar pruebas específicas, confirmaron el diagnóstico. A partir de allí iniciaron un tratamiento y buscaron entender mejor la forma de aprendizaje que requiere la dislexia. También mencionó una característica particular de su experiencia: “yo tengo lexia en la escritura también y pongo la palabra al revés”.
Martínez remarcó que la dislexia no tiene cura, pero sí demanda adaptaciones en la enseñanza. “Los disléxicos aprendemos de otra manera”, afirmó, y recordó que desde 2016 existe una ley que obliga a las instituciones educativas a ajustar sus métodos. Sin embargo, sostuvo que “el sistema educativo actual no incluye la forma que hay que enseñarle a los disléxicos”.
¿Qué es la dislexia?
Tras compartir su experiencia personal, Mariano Martínez puso en foco una condición que afecta a la lectoescritura: la dislexia. Se trata de un trastorno de aprendizaje específico y persistente que se manifiesta en personas sin discapacidad motriz, visual ni de otro tipo, y cuyo desarrollo cognitivo es normal. Según los especialistas, el término “dislexia” se aplica erróneamente a veces a dificultades de escritura, cuando la palabra correcta sería “disortografía”. En términos clínicos, se define como una discrepancia entre el potencial de aprendizaje y el rendimiento real de una persona, sin que exista un problema sensorial, físico, motor ni educativo, según el DSM-IV.

Existen distintas formas de clasificar la dislexia. Algunos expertos distinguen entre dislexia adquirida, evolutiva y retraso lector. La primera surge después de una lesión cerebral, mientras que la dislexia evolutiva se presenta de manera inherente, sin causa aparente. Por su parte, el retraso lector se vincula a factores específicos, como una mala escolarización o lectura superficial.
Investigaciones recientes, como las de Bowers y Wolf (1999, 2000), destacan que no todas las personas responden igual al mismo tipo de intervención. La dislexia puede originarse en un déficit fonológico, en una lenta velocidad de procesamiento, o en una combinación de ambos (“doble déficit”), siendo este último grupo el más afectado en la lectura.
Tipos de dislexia según los síntomas predominantes
La dislexia puede clasificarse no solo por su origen, sino también por los síntomas predominantes en la lectura y escritura. Dos formas principales se destacan: la dislexia superficial y la dislexia fonológica.
Dislexia superficial:
En este tipo, la persona utiliza principalmente la ruta fonológica para leer, es decir, descompone las palabras en unidades más pequeñas, como sílabas, para interpretarlas. Esto funciona correctamente con palabras regulares, pero genera dificultades con palabras cuya escritura no coincide con su pronunciación —los llamados homófonos—. Este fenómeno se observa con frecuencia en anglicismos como hall, thriller o bestseller.

En castellano, debido a la transparencia del idioma —donde un grafema generalmente corresponde a un único fonema—, los casos de dislexia superficial son menos evidentes. No obstante, ciertas combinaciones, como las «U» mudas en g y q, o fonemas representados por más de una letra (g/j, k/c/qu, ll/y, b/v, c/z), pueden generar errores. Las personas con este tipo de dislexia suelen cometer equivocaciones de regularización, repetición, rectificación, vacilación, silabeo y acentuación, y muestran una lectura más lenta. Sin embargo, no suelen tener dificultades para leer pseudopalabras.
Dislexia fonológica:
En contraste, este tipo se caracteriza por el uso predominante de la ruta visual, que permite reconocer palabras conocidas de manera global, sin descomponerlas en sílabas. Este enfoque genera problemas al enfrentarse a palabras nuevas o inventadas, provocando errores de lexicalización (por ejemplo, lobo leído como lopo), errores derivativos (calculadora por calcular) y errores visuales (pera por pena). Además, estas personas tardan más en leer pseudopalabras y presentan dificultades en su interpretación.
La mayor parte de los estudios que definen esta clasificación proviene de poblaciones angloparlantes, donde el inglés, al ser un idioma poco transparente, amplifica las dificultades de la dislexia superficial. Por el contrario, en el castellano, la dislexia superficial tiene un impacto menor en la vida diaria y puede pasar desapercibida, lo que dificulta su diagnóstico.
Esta diferencia también podría explicar por qué algunos estudios sugieren una mayor prevalencia de dislexia en lenguas menos transparentes: no es que existan más personas con dislexia, sino que los casos de dislexia superficial son más fáciles de detectar en idiomas complejos, mientras que en lenguas transparentes pasan más inadvertidos.