La escalada de violencia mediática que Viviana Canosa desplegó desde su programa encontró un límite en los tribunales. Este jueves, en Lomas de Zamora, se celebrará una mediación por la denuncia penal que Lizy Tagliani presentó contra la periodista por calumnias e injurias. El detonante: acusaciones gravísimas de “pedofilia, corrupción de menores y trata” lanzadas sin pruebas y con nombre y apellido.
Mientras Canosa se refugia en el rol de opinadora impune, fue Tagliani quien optó por canalizar el conflicto en el ámbito legal. “No me importa lo que pase en la tele, esto es algo personal, algo que tiene que ver conmigo, con mi mamá y con mi honra”, expresó con claridad la conductora de La Peña de Morfi, dejando en evidencia el daño profundo que provocan ciertos discursos disfrazados de denuncia.
La periodista, fiel a su estilo de confrontación sin sustento, ya dejó trascender que no asistirá personalmente a la mediación. En su lugar irán sus abogados. Una postura que repite el libreto de siempre: grita en cámara, pero evita dar la cara donde realmente importa.
Lizy, en cambio, no esquiva el conflicto. “Es con la única persona que me cruzaría. A la querella alguien va a tener que ir porque es penal”, aseguró en una entrevista. Con las aguas más calmas pero sin intención de olvidar, apuesta a la Justicia como escenario para limpiar su nombre.
Lo que empezó como otro capítulo del show de Canosa, podría derivar en una condena por difamación. Esta vez, el rating no alcanza para tapar el costo de la irresponsabilidad.