El fallo de la Corte Suprema que ordena la detención de Cristina Fernández de Kirchner y la inhabilita para ocupar cargos públicos estalló como una bomba política en el corazón del peronismo bonaerense. Aunque era una posibilidad latente, el impacto real desarmó la dinámica interna del PJ y congeló la maquinaria electoral. “Se abre una caja de Pandora”, admitió un dirigente con décadas de rosca encima.
La foto del martes en la sede del PJ porteño fue inédita: Kicillof, Massa, Grabois, Moreno y otros referentes confluyeron en una postal de unidad que parecía imposible semanas atrás. Pero la cohesión es apenas superficial. La incertidumbre domina. “Esto va a ser día a día, hora a hora”, reconoció un intendente con voz quebrada.
Nadie sabe qué rumbo tomará el peronismo. En las mesas políticas se barajan hipótesis que van desde la resistencia callejera hasta la posibilidad de no participar en las elecciones. Grabois deslizó esa idea, aunque aclaró que la decisión debe ser colectiva.
El vínculo entre Cristina y Kicillof también quedó bajo el reflector. Algunos dirigentes hablan de “dar vuelta la página”. Otros admiten que la situación rompe cualquier libreto previo. El gobernador, tras visitar a CFK el lunes, volvió brevemente al PJ el martes y luego se encerró con su gabinete. Suspendió toda agenda y monitorea la situación minuto a minuto.
Mientras tanto, La Cámpora y los intendentes más leales como Secco, Ferraresi y Larroque ya se lanzaron a la calle. La tensión crece y el peronismo, otra vez, queda atrapado entre la defensa de su líder y la urgencia de redefinir su futuro.