El rojo se explica por el fuerte aumento de los costos operativos.
La pérdida de Edesur en el primer trimestre de 2025 fue de $9.991 millones, un giro drástico respecto al mismo período del año anterior, cuando había informado ganancias por $163.337 millones. El deterioro se explica por un fuerte aumento de costos que neutralizó el crecimiento en ingresos.
La distribuidora eléctrica registró ingresos por $440.936 millones, un alza del 39,4% interanual. Sin embargo, la energía vendida cayó un 2,1% en términos físicos, limitando el efecto de la suba tarifaria. El costo de explotación subió 35%, alcanzando los $410.638 millones. Buena parte se explicó por el encarecimiento de la energía comprada, que pasó de $210.561 millones a $284.991 millones, con volúmenes similares.
El resultado operativo también fue negativo, con una pérdida de Edesur de $41.197 millones. A esto se sumaron pérdidas financieras por $83.142 millones, producto de menores rendimientos y una diferencia de cambio desfavorable.
La pérdida de Edesur expone su crisis financiera estructural
En lo financiero, la situación es crítica: Edesur presenta capital de trabajo negativo, es decir, pérdida. El pasivo corriente supera el billón de pesos y más que duplica el activo corriente. El total del pasivo roza los $2 billones. La compañía depende de deudas con CAMMESA y del respaldo de sus accionistas para sostener sus operaciones.
Desde la empresa reconocen que la adecuación tarifaria de febrero de 2024 no alcanzó a cubrir los costos. Por eso, apuestan a que las negociaciones tarifarias quinquenales permitan recomponer la ecuación económico-financiera y preservar la calidad del servicio.
Mientras tanto, crece el malestar de los usuarios por los apagones. Edesur enfrenta denuncias penales por defraudación y está bajo investigación del ENRE. La pérdida de Edesur se convierte en otro frente de tensión entre la sostenibilidad empresarial y el derecho a un servicio confiable.
