De Banfield a San Miguel: la historia del emprendedor que vivió la odisea de recorrer más de 50 kilómetros para entregar un pedido
La historia de Gonzalo Carlos Miguel González, un vecino de Banfield de 42 años, se viralizó en redes tras contar la odisea que vivió al viajar desde su barrio hasta San Miguel para entregar un pedido de su emprendimiento. Charlamos con Gonzalo y nos contó cómo decidió reinventarse como emprendedor y la repercusión tras su foto viral.
“Parece nombre de novela”, bromea al presentarse y nos relata su recorrido laboral. Trabajó durante casi dos décadas en distintos organismos estatales: fue inspector en la Municipalidad de Lomas de Zamora, luego pasó al Renaper, donde fabricó documentos de identidad durante diez años, y más tarde trabajó en la Dirección Nacional de Migraciones. Sin embargo, el deseo de emprender lo llevó a tomar una decisión drástica.
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“Me picaba mucho el emprendimiento. Sentía que si no me dedicaba 100% a emprender, no iba a resultar. Entonces, renuncié, y eso fue un error porque al hacerlo, obviamente no tenés una indemnización”, explica. “De un día para el otro pasé de tener todo a no tener nada”, recuerda.
Mientras buscaba empleo, siguió adelante con sus trabajos de programación, aunque no lograba conseguir los clientes que necesitaba. Tras varios intentos, llegó a una conclusión: debía apostar por algo tangible. “Voy a hacer muebles”, se dijo. Entonces decidió fabricar una mesa ratona, publicarla en Marketplace y ahí empezó.
La odisea de Gonzalo
La historia de Gonzalo Carlos Miguel González no solo es la de un emprendedor que decidió reinventarse, sino también la de un trabajador incansable que no duda en recorrer kilómetros para cumplir con sus clientes. Su historia se hizo viral cuando uno de ellos publicó una foto felicitándolo por su esfuerzo, sin imaginar todo lo que había vivido para entregarle el pedido.
“La viralización se da porque un cliente, como otros que me habían comprado en esos días, me pidió una mesita. Yo les decía que incluía el envío, que lo llevaba personalmente”, relata. Sin embargo, cuando el comprador le dijo que vivía en San Miguel, supo que el trayecto no sería sencillo. “Obviamente pensé que era un poco lejos, pero si el cliente vive en San Miguel, vamos a San Miguel”, se dijo.

Así que decidió emprender el viaje con la mesa a cuestas, sin imaginar que se convertiría en una auténtica odisea. Desde su casa en Banfield, tomó un colectivo hasta Puente de la Noria y luego otro hasta el tren San Martín, aunque el transporte no tenía parada donde él esperaba y lo dejó a 15 cuadras. Caminó hasta la estación con la mesa en brazos y, al llegar a San Miguel, enfrentó un nuevo desafío: la hora pico. “El tren explotaba de gente, les tenía que pedir disculpas a todos por la mesa”, recuerda entre risas.
Ya en San Miguel, pensó que un colectivo lo dejaría en la puerta del cliente, pero tomó el ramal equivocado. “Cuando veo que se empieza a alejar del punto, me acerco al chofer y le pregunto. Me dice que me dejaba a diez cuadras, pero que podía tomar otro colectivo”, cuenta. Cuando finalmente subió al nuevo transporte y consultó si iba en la dirección correcta, la respuesta fue desalentadora: “Sí, pero en realidad te dejo como a dos cuadras”.
«lo había prometido y que era lo justo”
A pesar de los contratiempos, Gonzalo llegó a destino. El cliente, sorprendido por el esfuerzo, le preguntó si realmente había hecho todo ese viaje solo por la mesa. “Le dije que sí, que lo había prometido y que era lo justo”, cuenta. Conmovido, el comprador decidió compartir la historia en redes sociales, sumando una foto de Gonzalo y hasta dándole una propina.
Lo que sucedió después lo tomó por sorpresa. “Subí al 28 para volver y me empiezan a caer mensajes. En una hora y media, la publicación se había viralizado”, recuerda. Su esfuerzo y determinación captaron la atención de miles de personas, convirtiéndolo en un símbolo de perseverancia en tiempos difíciles.
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Un sueño en crecimiento
Lo que comenzó como una necesidad de reinventarse, hoy se convirtió en un proyecto con futuro. Tras la viralización de su historia, Gonzalo González no solo logró visibilizar su esfuerzo, sino que también encontró apoyo en quienes creen en su emprendimiento.
“Me pone muy feliz porque hoy conmigo está trabajando Emanuel, un chico que vio el posteo y quiso sumarse”, cuenta con entusiasmo. Para él, esto significa mucho más que una simple ayuda: “Va a haber más trabajo, y más trabajo significa que tarde o temprano voy a poder dar más oportunidades para que otras personas también puedan crecer junto a mí y junto al proyecto”.

Lejos de conformarse, su objetivo es claro: seguir creciendo. “Me gustaría que esto crezca, poder formar una empresa, tener muchos más productos para ofrecer”, dice. Por ahora, sus muebles llegan a distintos puntos del conurbano bonaerense, pero su próximo desafío es ampliar el alcance. “El próximo paso es poder cumplir con los pedidos que vienen desde otras provincias”, adelanta.
Y su visión no termina ahí. Con una mirada ambiciosa y esperanzada, sueña con llegar aún más lejos. “¿Quién te dice? Tal vez en algún momento podamos tener una fábrica grande y exportar. Eso estaría muy bueno”, afirma. Pero más allá del éxito personal, su mayor deseo es poder generar empleo: “Me encantaría dar trabajo”.
Para contactarte con Gonzalo, podés hacerlo mediante su página en Instagram: Muebles QuiMig