Alertan por la venta de “Helados truchos»: una estafa que circula desde la cárcel y que ya se cobró muchas víctimas
El anzuelo es dulce, casi inocente: un listado colorido de más de cuarenta sabores de helado, desde “chocolate marroc” hasta “flynn paff”. Ofrecen helados a la venta, como parte de un emprendimiento, pero se trata de una estafa. La promesa: envíos a domicilio a mitad de precio con pago adelantado. La trampa: una red de estafa que, según denuncias recientes, operaría desde una cárcel.
Todo comenzó como una compra común en un grupo de compraventa de Lomas de Zamora. Un usuario publicó una oferta: “Buenas noches tenemos helados muy ricos. 8.000 el kilo, 5.000 el medio. Entregas a domicilio.” Incluía un número de WhatsApp y una imagen tentadora: pote rebosante de crema, lista de gustos interminable, y la promesa de inmediatez.
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Una vecina de la zona decidió hacer el pedido. Inició el contacto a través de WhatsApp, donde fue atendida con aparente cordialidad. Intercambiaron saludos, direcciones, y hasta se detallaron los sabores elegidos. «Quiero granizado, banana split, americana», escribió ella. Desde el otro lado, alguien le pedía la ubicación exacta: «Dígame los sabores y le pido la ubicación actual x favor 😊».
Pero la escena pronto cambió de tono. Ante la imposibilidad de compartir su GPS, la mujer optó por dictar la dirección manualmente: Copihue, entre Arana Goiri y Euskadi. Sin embargo continuaban pidiendole la ubicación por GPS, entonces la vecina pidió la dirección de la heladería para retirar el pedido en persona.

Más tarde, en redes sociales, la denunciante relató su experiencia, advirtiendo: “Gente, tengan cuidado, estos presos ‘Laba Boxer’ te quieren estafar vendiendo helado. Yo les seguí la corriente y cuando les pedí la dirección, me bloquearon. Van cambiando de números.”
La publicación fue acompañada por capturas del chat, fotos de los supuestos estafadores y un alias de transferencia. En uno de los mensajes enviados por la víctima se lee: “Ahora te escracho por todos lados, soretx.”

Pronto, su denuncia encontró eco. Una usuaria comentó: “Hola, yo le transferí al mismo y me bloqueó. Publicaba en los grupos del barrio San José.” Otro testimonio aportó una clave para entender el método de engaño: “Lo primero que deberían hacer es no comprar a cuentas con pocos contactos y perfiles restringidos. Esa cuenta ya estaba escrachada: vendía meriendas, pizzas y más con fotos robadas.”
La modalidad se repite: publicaciones con productos distintos, fotos atractivas —tomadas de internet—, precios tentadores, y una mecánica basada en la urgencia y la confianza digital. La estafa opera en silencio y se desactiva apenas llega el dinero.
Según su testimonio, detrás de estas cuentas estaría operando una red desde un penal, utilizando perfiles falsos y ofreciendo productos que no existen. La modalidad —venta con envío inmediato, pedidos con señas previas, y luego desaparición— encaja con otros casos similares reportados en redes sociales.
Mientras tanto, en redes y grupos vecinales, crece la alerta: no transferir dinero sin verificar identidad, desconfiar de perfiles nuevos o restringidos y, sobre todo, visibilizar estos casos antes de que se multipliquen. Porque incluso algo tan simple como un kilo de helado puede esconder una estafa calculada.